top of page

El Miedo



Las Sombras se asoman cuando quieres verlas...
Las Sombras se asoman cuando quieres verlas...


Hay historias que evitamos contar, recuerdos que desearíamos borrar. Hay textos que duelen al escribir… y este es uno de ellos. Aún veo reflejado en otras personas ese miedo que una vez fue mío, esa sensación de nerviosismo, de delirio de persecución. Y me pregunto: ¿será así el resto de mi vida?

Si alguna vez escribiera cartas con destinatario, esta sería una que haría… y luego quemaría. Solo por el temor de que tú la leyeras, de que tuvieras una versión propia con la que justificarías cada palabra, cada acción. De que, al saber de mí, te sintieras con derecho a volver.

Ahí estaba yo, tirada en el suelo de un hotel, llorando desconsolada. ¿Por qué otra vez? ¿Por qué siempre a mí? Preguntas que muchos nos hacemos en los peores momentos. Me había golpeado, humillado y echado de la habitación sin dinero, sin ropa, sin celular. No fue hasta que bajé por el ascensor que sentí el peso de la realidad: estaba sola.

Sola en el norte de la ciudad, preguntándome ¿qué hago? ¿A dónde voy? Solo pensaba en cómo sobreponerme a la humillación. Pero no tenía opción. Tragué mi orgullo, volví a subir, bajé la cabeza y pedí perdón. Perdón, solo para recuperar mi billetera y mi teléfono.

Siempre hay un detonante. Aquella noche, habíamos estado en una reunión con mi mejor amigo, quien en ese momento se había convertido en una especie de guía espiritual para mí. Creía que una terapia podía ayudarnos a liberar lo que nos carcomía por dentro. Y tenía razón. Pero esa sesión no fue como esperaba.

Esa noche vi su peor versión.

Se sintió acorralado por las dudas. De repente, se arrancó la camisa de un tirón y comenzó a gritar. Eran gritos de desesperación. Me acusaba de debilitarlo, de hacerlo sentir vulnerable, como si eso fuera mi culpa.

Hay amores tan intensos que dejan de ser amor. Se transforman en algo primitivo, posesivo, una obsesión disfrazada de protección. Amores que lastiman, que te hacen sentir pequeña. Amores de los que cuesta escapar.

Conocemos tantas personas a lo largo de la vida. Algunas nos enseñan a vernos en el espejo sin juzgarnos. Otras… nos muestran el peso de las cadenas que llevamos encima. Nos creemos fuertes, exitosas, llenas de proyectos, pero la verdad es que muchas veces solo somos el resultado de nuestras heridas. Aprendemos a cargar piedras sin siquiera darnos cuenta.

Y por orgullo, por miedo al abandono, por evitar la humillación, construimos una máscara de dureza. Pero en el fondo… estamos rotas.

 
 
 

Comentarios


Autores Invitados

© 2022 Creado por Sindy Barrios con Wix.com

bottom of page